BEATO FALSO

Copyright © Carme Barba
Relato corto inspirado en una historia de Ester Camps y presentado al concurso de relatos homoeróticos de Onda Arco Iris. http://www.ondaarcoiris.com/blog/concurso-relatos-homoeroticos-breves-el-deseo-esta-en-el-aire

Sentada en un transporte público le confunde el deseo homoerótico que le invade al ver a otra mujer y, bajo una mezcla de sensaciones y de placeres desconocidos, no puede evitar que se le humedezca la entrepierna sin entender por qué de repente se siente fascinada por el sexo femenino cuando nunca antes le había generado más sentimiento que la mezcla de admiración y de envidia…
No me gustaba coger el transporte público: el olor corporal, la falta de intimidad… Pero hoy, al verla subir, todas las incomodidades han desaparecido. Era imposible evitar admirarla mientras con coquetería saludaba al conductor del autobús que la ha seguido con descaro por el retrovisor para ver como metía el billete en la ranura de la máquina validadora. “Seguro que el muy vicioso se ha excitado…”, me he reído por dentro.
Consciente de la expectativa que genera su presencia, ella mueve la cabellera y, a pesar del bamboleo del vehículo al ponerse en marcha, empieza a andar con paso seguro. Nunca me había deleitado tanto contemplando el cuerpo de una mujer e inconscientemente, retiro el bolso del asiento contiguo al mío deseando que sea el elegido.
—¿No te importa? —me pregunta con picardía al detectar mi indirecta.
—Faltaría más —le contesto como una tonta sin hallar nada ocurrente.
—¿Me encuentras atractiva? — me espeta sin más al sentarse.
La pregunta me asombra de tal forma que soy incapaz de contestarle.
—Generoso escote —sigue torturándome con su voz gutural a la vez que deja caer su billete bajo mi asiento. Tampoco reacciono a tiempo y ella, ni corta ni perezosa, apoya la cabeza sobre mi falda y extiende el brazo hasta recogerlo.
—Bonito tanga —me susurra al incorporarse.
Un estremecimiento me recorre el cuerpo. Noto la entrepierna húmeda sin entender por qué de repente me siento fascinada por una mujer cuando el sexo femenino nunca antes me había generado más sentimiento que la mezcla de admiración y envidia.
El autobús abre puertas y veo mi salvación. Me levanto y con torpeza paso por encima de ella, pisándole un pie y disculpándome con prisas.
Ya en la calle avanzo rápido hasta la oficina. Es temprano pero tenemos auditoría y debo encargarme de tenerlo todo en orden, incluyendo mi libido. Todavía no ha llegado nadie, abro las luces y me encierro en el baño. La necesidad de alivio es insoportable pero solo tengo tiempo de refrescar mi confusión en el bidé.
Más sosegada me dispongo a preparar la sala de reuniones y allí me quedo, bajo el marco de la puerta donde el sexo me da un vuelco y los fluidos reprimidos vuelven a emanar al contemplarla de nuevo: sus anchos hombros, su culo prieto, sus largas piernas…
Ella percibe una presencia y al girarse, me mira con una mezcla entre sobresalto y placer.
—Vaya, volvemos a encontrarnos —exclama tendiéndome la mano y acercándose a mí.
Yo le ofrezco la mía sin sospechar que no es un saludo lo que desea sino atraerme hacia ella y sin dejar de besarme el cuello, me da la vuelta y me coge los pechos. Un gemido se me escapa y ella me aprieta contra su cuerpo, clavándome un sexo duro y erecto. Mi reacción es huir pero sus manos fuertes me lo impiden.
—Estás caliente y tu cuerpo te delata, ¿por qué resistirse? Sé que estás confusa pero me deseas, sea quién sea y lo que sea —me murmura al oído.
Lo cierto es que llevo toda la mañana en celo y me da igual qué sexo represente mientras sea capaz de penetrarme y de poseerme. Y convencida, le permito abrirse paso entre la blonda del tanga para engrosar unos labios mojados y frotar un clítoris excitado por un miembro que lo embiste una y otra vez hasta cumplir con su cometido.
Exhausta pero con el ego satisfecho, me felicito por haber pasado con éxito una auditoria que se presentaba aburrida e insulsa.

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